martes, 25 de septiembre de 2012

Fábrica de sueños (o pesadillas)

Hace ya centurias que el kòsmotógrafo, anteriormente conocido como cinematógrafo momentos antes de evolucionar a peor, ha mostrado una notable falta de ideas en sus producciones. Esto ha sido así hasta el punto de concretarse en una ausencia evidente de pudor a la hora de sacar adelante un proyecto mínimamente rentable. No es que el gran público se haya vuelto medianamente culto e inteligente, ¡qué va!, el problema estriba en que esta forma de entretenimiento de masas tiene que competir con muchos otras técnicas de ocio tan o más alienantes. Así, se ha multiplicado la tecnología dirigida a una diversión vacua y superflua, capaz de sumir al usuario en un sopor cercano a la idiocia, y las producciones kòsmotográficas han tenido que buscar nuevas fuentes de ideas acordes con las exigencias intelectuales del espectador (nulas, por si no ha quedado claro). De esto modo, en la Estación de BullyGood, que hace de satélite del planeta Urras, donde se realizan las más costosas producciones, han decidido una vez mas estar a la altura de su fama, buscar rentabilidad a cualquier precio de forma patética y desesperada, y dar al público lo que merece. Así, hasta ahora se han sucedido las tramas neciamente esquemáticas y reiterativas, la repetición hasta la saciedad de las mismas fórmulas (basándose en la estadística veraz de que el espectador medio carece de memoria y de memoria histórica), los remakes, las secuelas, las trilogías, las tetratologías, las sagas interminables (que viene a ser la misma película repetida una y otra vez), las precuelas, las precuelas de precuelas, las protosecuelas, las secuelas de precuelas (que sirven a la vez de precuela inmediata de la obra original, capaz de aclararlo todo argumentalmente sin que nadie lo haya pedido), los reeboot, los spin-off, los bluf, los rebluf, las adaptaciones de series kòsmovisivas, de series radiofónicas, de mensajes telegrafiados, de obras de teatro, de performances, de videojuegos, de juegos de mesa, de óperas (algunas, espaciales), de novelas, de relatos breves, de relatos irrisorios de ínfima extensión, de chascarrillos, de rumores, de habladurías, de anécdotas estúpidas, de juegos de cartas, de colecciones de cromos... La capacidad de BullyGood para fagocitarlo todo es inmensa y sus ejecutivos amenazan con estar dispuestos a reinventar todo lo anterior buscando nuevas fuentes en todo aquello que las culturas kòsmicas han producido, por muy necio e inane que parezca (o tal vez debido a ello).


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