Con gran éxito, y no menos alborozo, se ha creado la Ecclesia Científica Posmoderna, la cual mantiene una serie de dogmas básicos, como son el no aceptar ninguna verdad en lo que atañe al conocimiento, el negar el acceso una realidad objetiva o el descojonarse ante la posibilidad del progreso en cualquiera de los ámbitos de la vida. Además, como la nueva congregación asegura promover la pluralidad, aceptan entre sus fieles a cualquiera; ya se han unido a sus filas especies como los muy peculiares lagartos arcturianos, las inefables esporas lyortardianas, las plúmbeas estructuras del sistema de Wilhelm o los ridículos seres inmateriales y etéreos marxianos. El rito de iniciación resulta más bien pintoresco, ya que sumergen al nuevo miembro en una cubeta de líquido amniótico de fabricación casera y le obligan posteriormente, incluso de forma coactiva y violenta a base de sonoros bofetones en los carrillos de cara y trasero, a renunciar a cualquier ridículo sueño de un futuro mejor. Los ritos de la Ecclesia, realizados de manera informal en cualquier día y a cualquier hora, reúnen a los creyentes en grandes centros comerciales, juntan sus manos y repiten de forma sonora un mantra en el que se pretende, hasta el hastío, únicamente vivir el presente y buscar el placer inmediato a través del consumo de objetos baladíes; del mismo modo, una especie de carcajada nerviosa acompañada de un rictus terrorífico precede al rito de subordinación, en el que todo quisque se arrodilla compungido y con los ojos vidrioso, a la máxima deidad: Oxímoron, el gran Absoluto Relativista. La Ecclesia, fiel a su credo, recoge en la cotidianidad cualquier hipótesis evidenciada por la ciencia y la pone en duda severamente en cuanto a metodología, pero no solo de forma especulativa, también en algunas casos empíricamente; el resultado es que van ya varios óbitos entre sus miembros, los cuales habrían desafiado las leyes físicas más elementales. La comunidad científica, severa partidaria de una episteme, ha pedido encarecidament que se prohiban estas actividades. Otros en cambio, aseguran que hay que dejarles rienda suelta, que lo mismo se acaban extinguiendo.
jueves, 26 de julio de 2012
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