sábado, 14 de julio de 2012

El Amor no existe, relájate y goza

Éste es el lema de una ambiciosa campaña llevada a cabo por grupos de aamores, los cuales niegan la existencia del idealizado concepto y, además, llevan su incredulidad todo lo lejos posible,  ya que consideran que dicha creencia es perniciosa para el desarrollo individual y la convivencia social y política. Aunque los militantes aamores suelen apelar a una mayor verificación empírica y deductiva para justificar la falta de creencia, la comunidad científica insiste en no entrar en este tipo de discusiones, ya que consideran que el Amor no es una hipótesis falsable, es decir, que no puede demostrarse si existe o no, y punto. Desde posiciones más filosóficas, el Amor vendría a ser una abstracción producto de los anhelos y necesidades de las especies más o menos inteligentes del Kòsmos, cuya consecuencia más evidente es un estado de imbecilidad tal, que la capacidad racional del sujeto entra stand by, mientras que una distorsión cognitiva se manifiesta de manera alarmante. Dicho lo cual, un poco sí hay que dar la razón a estos grupos de negacionistas. Por otra parte, las ciencias sociales y la sicología son capaces de explicar las emociones, actitudes y comportamientos de los individuos, por lo que no es necesario apelar a un concepto místico heredado por tradiciones atávicas de vaya a saber usted qué épocas y sinsabores. El aamorismo no es que sea tampoco muy reciente, ya que hace ya varias centurias que algunos filósofos señalaron que la creencia amorosa no es más que una proyección de nuestras capacidades reales hacia un mundo idealizado; a este respecto, empezó a surgir una corriente hedonista que apostaba por dejar de creer en el amor, de manera platónica e infantil, y por practicarlo más como actividad fisiológico-carnal. Desde posiciones antagónicas, la creencia en el Amor, presente en la mayor parte de las culturas tradicionales, insiste en lo importante de este ente supremo en nuestras vidas, meta final de una ideal ascético que se sitúe por encima de los placeres carnales y garante, además, de la cohesión del Kòsmos. Los escépticos e incrédulos aamores consideran que, incluso, esta racionalización de la creencia tiene una explicación de lo más aceptable, ya que todos los síntomas son similares a los de la ingestión de estupefacientes. Tal y como ha declarado la portavoz de la campaña, Gertrudis Cordia, "la creencia amorosa coloca, y mucho, por lo que hemos querido lanzar un mensaje a cada individuo, que abandonen sus anhelos, que pierdan sus miedos y que follen más". No es la manera más elegante de expresarlo, pero ahí queda.


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