jueves, 27 de enero de 2011

LA VENGANZA DE LOS PAYASOS

Informa nuestro inquietante reportero Jack Napier.- Hubo un tiempo en que los individuos maquillados, pretendidamente graciosos, de llamativos gestos y ademanes peculiares, eran considerados artistas en la mayor parte de los planetas habitados del Kòsmos. Sin embargo, con el devenir civilizador, se descubrió que estos individuos, denominados "payasos", pero también conocidos como "bufones", "arlequines", "guasones" o "tocabemoles", además de resultar de un hastío evidente, estaban en realidad gravemente perturbados y poseían inclinaciones libidinosas antinatura que no vamos a detallar. Las autoridades del Kòsmos decidieron prohibir toda actividad payasil, tanto en ámbitos privados, como en lugares públicos, creando la conocida popularmente como Ley Antipaglacho, no exenta de controversia. La inicial polémica se produjo debido a que individuos histriónicos, amanerados y que se pintan la cara los hay por doquier en el universo conocido, y eso sin entrar en sus costumbres sexuales, y las fuerzas policiales se emplearon a fondo al respecto inflándose a hacer detenciones. A pesar de ello, los estrafalarios "fuera de la ley" nunca cesaron en lo que consideraban ya un modo de vida, y aseguraron siempre con soberbia y enfrentados a todo una sociedad que "todos llevamos un payaso dentro", máxima según la cual el desarrollo de la civilización habría supuesto la represión de nuestra auténtica naturaleza. Este discurso, y sobre todo esas actitudes, acabaron suponiendo el inicial asombro y los posteriores alaridos de todo el que se topaba con ellos. El caso es que, además de la persecución policial y jurídica, se creó todo un estigma social alrededor del concepto de "payaso" y estas personas acabaron siendo marginadas, encarceladas, reeducadas, intervenidas quirúrgicamente, obligadas a llevar una vida gris/convencional y, ante el fracaso de todas estas medidas, desterradas al espacio exterior (y no es una forma de hablar). Tras decenios de ilícita y pertinaz actividad, con el endurecimiento paulatino de la Ley Antipaglacho y de la alarma social (hasta el punto de que el más mínimo atisbo de pintura blanca en alguien, o inclusive el aparente enrojecimiento de su nariz, hacía saltar estremecido al personal), consiguió reunirse a todos los payasos conocidos del Kòsmos y decidió enviárseles a la Luna Thika perteneciente al Sistema Cunnilingus, cuya extraña órbita hace que se desplace alrededor de diversos planetas reconocidos del Kósmos. De esta manera, se pretendía tener controlados estos peligrosos e inclasificables especímenes, sin sospechar la última y criminal gran broma que se reservaban los tipos de nariz roja, maquillaje llamativo y estrafalarios vestidos. Para asombro de lo sesudos kòsmicos al servicio del orden establecido, que preconizaban la tendencia a la autodestrucción de los guasones bufonescos, éstos lograron prosperar en su nuevo hogar creando una sociedad en la que unas costumbres basadas en la liberación de los instintos (léase, copular en cualquier parte) y un nihilismo elemental no ha evitado cierto desarrollo técnico y científico (eso sí, todos siempre vestidos de payasos con una inquietante sonrisa en su faz).

La sociedad creada por los payasos en la Luna Thika ha dedicado varias generaciones a una obra escultórica de colosales proporciones, que puede observarse claramente desde los planetas habitados sobre los que orbita el satélite. El más evidente símbolo de la naturaleza del payaso, las temibles faz maquillada de blanco y nariz roja, ahora tendrán que ser observadas una y otra vez por las sociedades que decidió expulsarles. Hay quien, además de contemplar la cara de payaso, asegura haber escuchado unas infernales risotadas.

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