Informa nuestro reportero free-lance Lance Laguna.- Puede hablarse de total éxito del Congreso celebrado en Tannhäuser donde, habiéndose por otra parte resuelto poco o nada sobre las grandes preguntas de la existencia kòsmica, se ha dado un notable espectáculo. El evento se inauguró con la intervención de Mathias Quito, reconocido y pertinaz partidario de un rígido materialismo dialéctico aplicable a la realidad kòsmica, que se empecinó de manera pertinaz en exponer su visión sobre la relación entre el mundo material y la conciencia. Pues bien, cuando aún no había concluido su ponencia, y al escucharse por parte del conferenciante la categórica afirmación de que la materia prima sobre la conciencia, el joven y brillante autor idealista Vick Vaporub apareció raudo en el estrado propinando, acompañándose del grito "¡toma materia!", un efectivo uppercut a Quito, el cual rodó por el estrado con el estruendoso aplauso del público. Cuando parecía que el actor era tomado por una visión realista-objetiva del Kòsmos, hizo una sobresaliente y muy dramática aparición el constructivista radical epistemológico Paul Vatzo deslizándose desde un palco superior y ataviado en su espalda con un amenazante palo de roble (arma que no infringe las normas del Congreso, a pesar de la protesta que harían posteriormente algunos participantes). Pues bien, cuando vio aparecer a semejante energúmeno partidario de la subjetividad blandiendo una estaca, el bisoño pensador idealista objetivo abandonó su posición, no sin realizar antes algunos gestos obscenos tratando tal vez de compensar su cobarde actuación. Esta vez, el sitio de honor en el abarrotado salón era tomado por un temible autor que no paraba de observar desafiante al público y gritar ininteligibles palabras sobre la experiencia subjetiva y el sujeto cognoscente. Tras unos minutos de sana incertidumbre, no exentos del entusiasmo general del público ante el gran espectáculo que estaban viendo, al final del pasillo, hizo su aparición una figura vestida con bata blanca, con aire benévolo y paso calmo avanzando entre los espectadores. Se trataba del veterano autor cientificista, no invitado al evento, René Buloso, tratando de conciliar el acto de manera espontánea pronunciando razonables palabras sobre la evidencia empírica. Esta vez, ante el estupor de un Paul Vatzo que no tuvo tiempo de reaccionar, fue gran parte del público el que propinó una severa tunda al venerable sabio partidario del método científico. El filósofo posmoderno Quintín Glado, con una sonrisa socarrona dibujada en su rostro, aprovechó la confusión acercarse cautelosamente al estrado. Fue esta presencia, partidaria del multiculturalismo y negadora de toda visión totalizadora, la que consiguió dejar K.O. al temible Vatzo de un fuerte golpe de kárate perpetrado a traición. De alguna manera, la confusa visión pluralista posmoderna se apropió del acto, ya que todos los autores anteriormente citados, más algún otro que vino a animarse, acudieron al estrado para emprenderla unos contra otros repartiendo estopa de lo lindo. El totum revolotum final, unido a no pocas fracturas y hemorragias, fue del agrado del público, el cual no cesó de aplaudir y lanzar vítores durante un buen rato.
|
Uno de los momentos clave del Congreso. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario