Informa nuestro inmaterial reportero Casper Plejo.- Se ha producido, por fin, la más importante operación de los últimos decenios en la que el más grande de los poderes políticos ha decidido fusionarse con el autodenominado Espíritu Absoluto, poderoso ente inmaterial de lo más peculiar, el cual parecía poseer algunos problemillas para manifestarse en "la conciencia e inteligencia de las especies kòsmicas" (sic) a nivel subjetivo y se decide ahora por la vía colectiva mucho más rápida y segura. Esta unión de intereses por parte de dos poderes de naturaleza muy diferente supone, de manera concluyente, la aceptación de la ineptitud de cada voluntad individual para alcanzar un grado de desarrollo mínimamente digno y su subordinación a grandes fuerzas objetivas. Además, dentro del acuerdo de fusión se encuentra la idea de que, si bien toda organización estatal es contingente y muy perecedera, el Espíritu Absoluto posee aspiraciones necesarias y eternas, por lo que parece que vamos a tener Estado para rato controlando la vida de todo quisque. Algunos grupos y sujetos, ingenuos ellos, han protestado enérgicamente contra este poder objetivo redundantemente totalitario y manifiestan, de manera patéticamente pertinaz, la idea de que es posible una razón autónoma y un desarrollo moral en cada individuo. Algunos dirigentes, tanto materiales como espirituales, se han mostrado partidarios del diálogo con los que realizan estas reivindicaciones, aunque no han podido evitar una risita nerviosa al declararlo. Por otra parte, los expertos listillos de turno aseguran que la fusión de las dos grandes organizaciones puede traer otro tipo de problemas estructurales. A la gran cantidad de empleados públicos inherentes al todopoderoso aparato estatal, van a sumarse una nada despreciable cantidad de funcionarios al servicio del absoluto espiritual, que por muy inmateriales que sean y por muchos valores que aseguren portar, también querrán chupar de lo lindo en su privilegiada posición y tienen además unas condiciones de contratación literalmente eternas. Las grandes preguntas que se plantean son si van a multiplicarse a partir de ahora los ministerios con toda suerte de cargos materiales y espirituales, si se va a disparar el gasto público hasta lo indecible, si la declaración de la renta tendrá también una naturaleza inmaterial y si la policía va a llevar a partir de ahora porras intangibles para meter en vereda al personal. Particularmente, nosotros confiamos en que, tanto los impuestos como las hostias, seguirán teniendo unos rasgos esencialmente materiales.
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Este señor, de una especie que ahora mismo no identificamos, dice que damos noticias muy tristes y negativas. |
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