Informa nuestro corresponsal Otis B. Driftwood.- Es sabido, y si no lo es tanto, ya se lo decimos nosotros, que el miedo a la muerte da lugar, en los seres más o menos inteligentes, a la fe religiosa y los problemas de salud conducen a la creencia en la medicina alternativa. Pues bien, en las sociedades del planeta Traum, en el sistema de Doll, no había habido hasta ahora necesidad de creer en paparruchada alguna, ya que sus habitantes, conocida como la especie ekel, viven eternamente, hechos unos zagales y mostrando una lozanía envidiable. Es por eso que los traumitas, exentos de cualquier atisbo de irracionalidad y con mucho tiempo libre por delante, desarrollaron una inteligencia, una ciencia y una sensibilidad artística encomiables convertidas en la envidia de tanta mediocridad reinante en el Kòsmos. Eso era así hasta tal punto que era un cuadro observar en las asambleas de la OPU (Organización de Planetas Unidos) a los bellos y jóvenes delegados traumitas junto a la colección de carcamales representantes de otros lugares del Kòsmos. Sin embargo, como no hay sociedad perfecta que no termine en el hastío y existe además gente para todo, se han acabado generando peculiares movimientos de descontentos en Traum de lo más animados y vistosos, los cuales están haciendo peligrar una sólida armonía basada en la racionalidad, en el sentido común y en los juegos eróticos más agradecidos.
Para sorpresa de propios y extraños, se han localizado ya unas cuantas sectas religiosas en la civilización ekeliana, las cuales compiten en sus insensatas propuestas, presentando toda suerte de rasgos disparatados hasta ahora inéditos en la sociedad traumita: mesiánicos, milenaristas, reveladores, míticos, proféticos, salvíficos... Algunas de las creencias que han causado una mayor perplejidad son aquellas que hablan de la reencarnación o metempsicosis, ya que alguien nos explique qué necesidad hay de creer en la transmigración de la conciencia cuando se pertenece a una especie que vive eternamente saludable. Por supuesto, la autonomía individual y la comunicación racional que caracterizaban a los ekel, está dejando paso a una deplorable actitud de rebaño en el personal, a unos miedos de aúpa a instancias sobrenaturales y a una obediencia ciega a principios dogmáticos de lo más cargantes. En cuanto a la vida sexual de los traumitas, después de milenios de plenitud eréctil, corre también el peligro de venirse abajo abajo debido a que a la mayor parte de los religiosos se les ha metido entre ceja y ceja que no está bien eso de pasárselo bien jugando con los genitales propios y ajenos.
Si las creencias religiosas, explicadas en toda su crudeza, han dibujado cierta sonrisa en su rostro, cuando empecemos con la medicina alternativa se les van a saltar las lágrimas. Si en la civilización del planeta Traum, la enfermedad era prácticamente inexistente gracias a un elevado desarrollo de la medicina, las nuevas corrientes de sanación alternativas han venido torpedear las cosas con su pintorescas propuestas adornadas de los términos más crípticos. Donde antes existía la evidencia científica, ahora aflora el culto a toda suerte de prácticas holísticas, terapias energéticas, peculiares manipulaciones del cuerpo e incluso consumo de todo tipo de sustancias excrementicias con fines supuestamente curativos. Como los que practican estas cosas no están sobrados de argumentos, suelen tratar de cuestionar la medicina establecidad acusando a las autoridades traumitas, en supuesta connivencia con las grandes empresas capitalistas, de comerciar con la salud y de buscar solo el beneficio económico; lo más peculiar de este argumento es que en Traum no existe mercado alguno, el sistema conocido como capitalismo nunca tuvo lugar y la economía está dirigida exclusivamente al disfrute de todos. Por su parte, algunos expertos señalan que no existe demasiada diferencia entre la creencia religiosa y la práctica curativa alternativa, ya que ambas están basadas en lo esotérico, así como en los miedos y en las debilidades de especies que parecen haberse quedado a medio camino entre la irracionalidad y la evolución inteligente. Es posible que así sea, aunque en una sociedad perfecta desarrollada por una especie aparentemente perfecta, siguen apareciendo toda suerte de creencias descabelladas. Es posible que, efectivamente, la ciencia conocida no pueda explicarlo todo.
Para sorpresa de propios y extraños, se han localizado ya unas cuantas sectas religiosas en la civilización ekeliana, las cuales compiten en sus insensatas propuestas, presentando toda suerte de rasgos disparatados hasta ahora inéditos en la sociedad traumita: mesiánicos, milenaristas, reveladores, míticos, proféticos, salvíficos... Algunas de las creencias que han causado una mayor perplejidad son aquellas que hablan de la reencarnación o metempsicosis, ya que alguien nos explique qué necesidad hay de creer en la transmigración de la conciencia cuando se pertenece a una especie que vive eternamente saludable. Por supuesto, la autonomía individual y la comunicación racional que caracterizaban a los ekel, está dejando paso a una deplorable actitud de rebaño en el personal, a unos miedos de aúpa a instancias sobrenaturales y a una obediencia ciega a principios dogmáticos de lo más cargantes. En cuanto a la vida sexual de los traumitas, después de milenios de plenitud eréctil, corre también el peligro de venirse abajo abajo debido a que a la mayor parte de los religiosos se les ha metido entre ceja y ceja que no está bien eso de pasárselo bien jugando con los genitales propios y ajenos.
Si las creencias religiosas, explicadas en toda su crudeza, han dibujado cierta sonrisa en su rostro, cuando empecemos con la medicina alternativa se les van a saltar las lágrimas. Si en la civilización del planeta Traum, la enfermedad era prácticamente inexistente gracias a un elevado desarrollo de la medicina, las nuevas corrientes de sanación alternativas han venido torpedear las cosas con su pintorescas propuestas adornadas de los términos más crípticos. Donde antes existía la evidencia científica, ahora aflora el culto a toda suerte de prácticas holísticas, terapias energéticas, peculiares manipulaciones del cuerpo e incluso consumo de todo tipo de sustancias excrementicias con fines supuestamente curativos. Como los que practican estas cosas no están sobrados de argumentos, suelen tratar de cuestionar la medicina establecidad acusando a las autoridades traumitas, en supuesta connivencia con las grandes empresas capitalistas, de comerciar con la salud y de buscar solo el beneficio económico; lo más peculiar de este argumento es que en Traum no existe mercado alguno, el sistema conocido como capitalismo nunca tuvo lugar y la economía está dirigida exclusivamente al disfrute de todos. Por su parte, algunos expertos señalan que no existe demasiada diferencia entre la creencia religiosa y la práctica curativa alternativa, ya que ambas están basadas en lo esotérico, así como en los miedos y en las debilidades de especies que parecen haberse quedado a medio camino entre la irracionalidad y la evolución inteligente. Es posible que así sea, aunque en una sociedad perfecta desarrollada por una especie aparentemente perfecta, siguen apareciendo toda suerte de creencias descabelladas. Es posible que, efectivamente, la ciencia conocida no pueda explicarlo todo.
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