Informa nuestro divertido corresponsal Lucio Lapiedra.- En el planeta Urras, en el que las sociedades se caracterizan por una producción masiva y por un consumo exacerbado, se han empezado a producir unos fenómenos peculiares que ya han recibido el nombre de "cosificación espontánea". Si algo caracteriza a este tipo de civilización es la acumulación ilimitada de objetos de utilidad no probada y la constante estimulación de necesidades ficticias en las personas con el fin de que el afán consumidor no tenga fin. Algunos individuos, es posible que cansados del último reducto de una lejana condición biológica y no menos ahítos de una poco estimulada capacidad reflexiva, han llevado los rasgos de la sociedad que les acoge hasta extremos insospechados y han emulado la forma y actitud de algunos de los objetos que les rodean. Muchos familiares se han visto asombrados por el fenómeno, y aunque hay casos en los que el individuo previo a su actual condición no es que fuera muy dinámico, verlo ahora convertido en mesita de noche no deja de causar perplejidad. Las autoridades y los propietarios de las grandes compañías se muestran desconcertados, ya que son necesarios consumidores con un mínimo de capacidad motriz y de estimulación volitiva para garantizar la estabilidad del sistema. Como esto se extienda, es posible que nos encaminemos a una sociedad decididamente inmovilista. No obstante, el sistema ya se las está arreglando para sacar beneficios de la situación y en estos momentos está naciendo, con el apoyo de la legislación vigente, una nueva industria de "individuos cosificados", con un valor de mercado importante y una posible cotización en bolsa.
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| En algunos casos, la cosificación no parece estar exenta de alguna intencionalidad perversa. Eso sí, puede acabar haciendo furor en el mercado. |
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