Informa Colin Dante.- Puede que estemos hablando del más grande escándalo deportivo de la historia del Kòsmos. El que está considerado como uno de los más grandes atletas, ídolo y modelo para las nuevas generaciones, Leo Kowalski, ha sido pillado in fraganti poseyendo un grado bastante apreciable de actividad neuronal en su vida privada. No hace falta recordar a los lectores que uno de los requisitos imprescindibles para jugar en las ligas superiores de Air-Ball, evolución de una serie de deportes de contacto que genera un grado de histeria en las masas bien estudiado por las clases superiores, cuyo cometido es, a ratos rodar en patines por una superficie gélida a ratos hacer piruetas con un cohete a la espalda por un determinado especio aéreo, hacer el bestia todo el rato, de forma sutil o explícita, y tratar de introducir una pelotita ridícula en un soporte de reducido tamaño, es carecer por completo de reflexión intelectual y no poseer un nivel moral demasiado elevado. Kowalski, visiblemente abatido ante la evidencia de un drama de proporciones inconmensurables, ha terminado por confesar que ha llegado a convertirse incluso en una persona de cierta sensibilidad artística y que ha acudido en no pocas ocasiones, de incógnito ataviado con una vergonzante gabardina, a recitales de poesía y exposiciones de diversas artes plásticas. No obstante, el que es todavía jugador de Air-Ball ha manifestado su más sincero arrepentimiento y va a ponerse en manos de diferentes especialistas para volver a ser el ser estólido babeante de físico hiperbólico que tanto admiran los chavales. La directiva del equipo de Kowalski, los Héroes de Helio, ha manifestado su más sincera repulsa por las tendencias y el comportamiento del jugador, y no obstante ha aclarado que, afortunadamente, se han atajado de raíz estas prácticas, desgraciadamente más habituales de lo que nos gustaría, las cuales son un ejemplo pernicioso para nuestros jovenes. El escándalo de Kowalski, a pesar de ser tal vez el más estentóreo, no ha sido el único en los últimos años, en lo que atañe al deporte de alta competición. Recordemos a Filipo Fitipaldis, uno de los más diestros corredores de Kuádrigas Kòsmicas de alta cilindrada, al cual se le sorprendió participando en una tertulia literaria y, lo que es mucho peor, teniendo opiniones con cierto peso. No se puede considerar de la misma gravedad el caso de Heliodoro Hiperactivus, popular jugador de Speed Squash, el cual declaró haber sido víctima de una encerrona para asistir a una perfomance vanguardista, pero en la que aseguró no haber tratado con persona inteligente alguna. Deseamos la pronta recuperación de Leo Kowalski y hacemos un llamamiento desde estas páginas para que los chavales practiquen deporte para evitar toda actividad intelectual conflictiva.
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Kowalski, cuando todavía se le consideraba un ídolo deportivo, y ahora convertido en una piltrafa intelectual. |
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