Informa Mad Marx.- Una vez más, tenemos que informar sobre el rumbo de esta gigantesca nave, que transporta a gran parte de las especies desarrolladas del Kòsmos y les mantiene en un estado de cierta tranquilidad existencial, aunque la mayoría de ellas viajen en las peores condiciones. Es ahora, en el momento en que atraviesa la inexplorada Galaxia Posmoderna, cuando más en cuestión se pone si verdaderamente la nave tiene algún destino. Nadie conoce en realidad si sus dirigentes tienen en mente algún plan de futuro o, como señalan alguna voces minoritarias, aunque muy gruñonas, simplemente se trata de mantener un enorme monstruo tecnocrático, que quiere mantener cierta estabilidad e ilusión, pero que en realidad no tiene rumbo fijo. Recordemos que el viaje de Progreso comenzó hace decenios, cuando los avances en el conocimiento y la técnica pudieron generar una atractiva esperanza para el futuro kòsmico, se puso en ese momento un punto de partida no solo a una nave física y con movimiento real, también a las ilusiones de encontrar el mejor de los mundos y edificar el paraíso narrado por esos relatos míticos tan entretenidos de las diferentes culturas. Con el paso del tiempo, estos deseos sobre llegar un lugar hasta entonces inimaginable se han aminorado y simplemente parece mantenerse la conformidad de llegar a alguna parte, al menos, y que no se vaya a peor. La estructura social de la nave Progreso es de una tremenda rigidez, muy necesaria según sus dirigentes: en ella puede distinguirse a unos dirigentes que se mantienen en una especie de cúpula de cristal, aislados del resto y viviendo francamente bien; una clase preferente privilegiada adjunta a los gobernantes de la nave, aunque minoritaria y sin productividad alguna; una tripulación que cumple ordenes de todo tipo y llevan a cabo su función técnica, sin cuestionar en ningún momento su labor ni las directrices marcadas desde arriba; una amplia masa de pasajeros que viaje en la parte media de la nave, trabajando de lo lindo en diversas tareas básicas, y por último una cantidad no desdeñable de viajeros de "furgón de cola", que realiza las tareas menos agradecidas. Esta diferencia de clases y división del trabajo en Progreso ha generado algunas protestas, sin demasiada importancia al actuar como amortiguador una y otra vez la llamada "ilusión de progreso en Progreso", concepto retóricamente redundante, aunque muy atinado en su descripción. Incluso, antes de su partida, hubo algún ideólogo listillo que vaticinó que el enfrentamiento entre clases se convertiría en el auténtico impulsor del rumbo y daría lugar a un régimen nuevo en el que la clase mayoritaria, la que más curra, se haría con el control de la nave para, de una vez por todas, llegar al mejor puerto. Nada de eso ha ocurrido: los que viajan atrás quieren pasar a la parte central, y éstos desean convertirse en los privilegiados de la nave que se mantienen junto a una cúpula dirigente inaccesible; alguno de la parte media oposita durante el trayecto para convertirse en tripulación, la cual salvando algunas tareas no viven mal; los que ya son miembros uniformados de esa tripulación mantienen la vana esperanza de adquirir el conocimiento necesario para convertirse algún día en dirigentes. Como decíamos anteriormente, muchos piensan ya que los responsables de la nave Progreso no creen, y tal vez no hayan creído nunca, en llegar a alguna parte, simplemente mantienen un statu quo que les beneficia. Esas mismas voces recuerdas que los recursos de la nave son limitados y que tal vez sí haya un destino, que será el batacazo final. Sea como fuere, en el interior de Progreso nadie se atreve siquiera a insinuar echar el freno de mano, lo que conllevaría el ser tildado, paradójicamente, de reaccionario. Seguiremos informando, a ver si la nave al menos supera con éxito su trayecto sobre la Galaxia Posmoderna, caracterizada por unas condiciones tremendamente nebulosas.
Aunque piensen otra cosa, se trata de la nave Progreso, atacada en alguna ocasión durante su trayecto por esos malvados y reaccionarios antisistema.
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